La mayor parte de las personas pasamos casi un tercio de nuestra vida adulta trabajando. Muchos tenemos que hacerlo fuera de nuestro hogar, ya que la sociedad actual está organizada en torno a organizaciones en las que desarrollamos nuestra actividad laboral. Estas organizaciones se estructuran mediante complejos sistemas y subsistemas internos, que interaccionan entre ellos y con el exterior, formando parte de una complejísima red social y económica, que no para de crecer paralelamente a la cultura, la tecnología y el número de personas.
Es razonable pensar que la gestión de estas organizaciones es especialmente relevante. Con la dificultad añadida de ser un reto de complejidad creciente. Estructurar de forma optimizada y coherente las operaciones y las relaciones de las personas que participan en ellas, es decir, lo que normalmente se describe como "gestionar", se convierte en algo tan difícil como necesario.